martes, 1 de noviembre de 2011

CON LAS MANOS EN LA MASA (parte 1)

En 1990 apoyamos al Sr. Gerardo Morales en su participacion en el "Primer Concurso Nacional de Testimonios Panaderos "CON LAS MANOS EN LA MASA"" en el cual obtuvo el primer lugar, este es el relato con el cual ganó.

EL TRADICIONAL PAN DE MUERTO

Mi papá tenía mucha ilusión  en que yo siguiera estudiando, pero empezó a enfermar. Cuando se sintió de plano muy mal me dijo: “perdóname hijo, pero creo que ya no va a ser posible que vayas a la escuela es que mi enfermedad creo que es definitiva…ahorita así como me siento…” El fumaba muchísimo. Estaba seguro de lo que le esperaba. Le entro cáncer en la garganta y esta enfermedad se lo llevó.
Entonces no me quedo otra alternativa que meterme al amasijo y empecé a darle a lo que mis antepasados me habían enseñado y la pobre manera como lo practicaban.

A mi papá, la muerte lo sorprendió “con las manos en la masa”, un 30 de Octubre, precisamente cuando estaba mojando la harina para hacer el pan de Todo Santos.
Mis hermanos Roberto y Armando, le estaban metiendo leña al horno y mi hermanita Cristina iba llegando con el ocote encendido, escurriendo de trementina y echaba reharto humo…mientras yo acomodaba las tablas.

Mi mamá estaba sacudiendo una bolsa de manta, me acuerdo porque esas bolsas las lavaba bien y  nos hacia nuestras camisas y los calzones de mi papá, entonces se puso blanca blanca la casa de tanta harina que tenía todavía la bolsa, parecíamos fantasmas como nos blanqueo, entonces mi jefe empezó a toser re-feo y pensamos que le había entrado harina  por la nariz. Yo le dije a mi mamá: “porque no lo sacudió uste afuera, no que ya nos está ahogando a todos”. En ese momento que se oye un golpe duro, así. Bien hueco, que volteamos rapidito y que vemos a mi papá que estaba clavado entre la harina mojada, lo sacamos rapidito entre todos, le limpiamos la cara… pero ya no se pudo hacer nada, ¡estaba muerto! Empezaron los llantos y el alboroto. Esa harina ya no la ocupamos, no me acuerdo cuantos bultos eran.
Se dispuso lo del velorio. A mí me toco hacer el pan, nomas se me rodaban lágrimas sobre la harina que estaba yo amasando. Creo que nunca he comido un pan tan salado como el que dimos cuando se murió mi papá.

El amasijo dilato muy cansancio y me enseño a quererlo, porque fue la primera tumba de mi padre en nuestra propia casa y, además, pues de algo teníamos que vivir de ahora en adelante…
En aquel tiempo la harina era otra, se podía trabajar con la mano, se prestaba perfectamente. La levadura en pasta apenas empezaba a usarse, aunque mis tíos nos contaban que años atrás fermentaban la masa con pulque, porque no conocían la levadura… yo ya use la levadura en pasta, sobre todo con el pan que llevamos a los Mixes.

La segunda herencia que nos dejo mi padre fueron los clientes que había hecho en los Mixes y desde el principio empecé a viajar por esa región. Nuestro pan era de muy mala calidad, que en el mismo pueblo era imposible venderlo; solamente le poníamos como ingrediente a la harina agua, levadura y sal. Empecé haciendo eso que se llama pan “amarillo”, no sabia yo hornear bien y pues como no estaba acostumbrado con el calor del horno no me acordaba mucho… el pan salía de colores, medio crudo o de plano s eme quemaba.
Reconozco que por esa razón no se vendía mi pan en Mitla…solamente a los mixitos les parecía como alas de ángel. Pero no se crea, compadre, no era tan fácil subir al cerro, le poníamos el fuste a nuestras bestias y con los canastos bien atacados nos íbamos desde el viernes al medio día y regresábamos hasta el lunes… y otra vez a darle.

Yo sentía que estaba muriendo de cansancio y apenas empezaba. Poco a poco pensé que no era posible seguir con ese tren de vida. “tienes que buscar otras formas Gerardo-me dije- invéntate otros tipos de panes, porque si no te vas a ir con tu papá muy pronto…”
Así fui echando lente en otras panaderías. Un buen día me decidí y que le entro a chambear en una panadería de Oaxaca. Pele bien el ojo y allí aprendí rápido a hacer famosas “conchitas”.

Con la receta en la mente, muy decidido, renuncie y ahí voy para mi pueblo, “ora si, Gerardo, te vas a volver rico horneando conchitas”.
…Puros pedazos como engrudo se hacia mi harina, creo que no me había fijado bien que otra cosa le ponían. La pasta nomas se me desmoronaba en el amasijo. A varios del oficio les pregunte, pero estaban “pior” que yo… nomas se desmoronaba la pasta.

Por un tiempecito batallamos bastante haciendo experimentos hasta que dimos con  la clave. Por poquitos trabajamos para probar, por poquitos. En nuestro pueblo siempre hemos sido legales y para no engañar la lengua de nuestros paisanos, pues siempre le poníamos manteca de cerdo hasta que un mal día, mientras experimentábamos, le metimos a la pasta manteca vegetal y mire usted la falsedad, el remedio fue precisamente eso…¡ La manteca vegetal se sentía!...se sentía re raro aquello. Como chamacos empezamos a jugar aquella bola y a estirarla como cuando se masca el chicle, con decirles que hasta nos chicoteamos con aquella pasta que ya no se desmoronaba…
Parece que veo salir aquel montón de “conchas” bien cociditas del horno. La lumbre nunca dejara de quemar, pero tuve que vencer el miedo para ver como cambiaba de color la pasta cruda, “tris” “tris”, nomas se oía cuando se iba quemando la leña y luego el olor, ese olor que solamente Dios sabe por qué nomas el pan lo posee…

La mera verdad siempre he sido muy terco. Creo mi frustración por no haber podido ir  a la escuela me ha vuelto así. No soy resentido social, ni mucho menos, pero si no fui maestro como era mi deseo, creo que no soy tan mal “maistro”, je, je, je…
Tiempo después trate de meterme con el pan de “yema”, el que ahora es tan famosos y le decimos “reventado”, este hasta se abre a la hora que se está horneando por tanto material que se le pone…igualito, antes de hacerlo, fui a la ciudad de Oaxaca a rogarle a algunos compañeros para que me dieran la receta. Yo confiaba siempre en la buena voluntad de mis paisanos. Unos me dijeron que a un kilo de harina le pusiera 5 yemas de huevo “criollo”, meramente de rancho, de los colorados, y si era posible que las gallinas las hubieran puesto el mero día, porque lo caliente del culito de la gallina es lo que hace que no se corte a la hora de batir…cosa de ingenuidad, pero en esto del pan hasta las gallinas salen poniendo, je, eje, je. También me dijeron que le pusiera 450 gramos de azúcar por kilo…”le vas a cargar 50 gramos de azúcar de lavadura, 100 gramos de manteca o de mantequilla, ya con esto, lo dejas reposar cuatro días y luego los horneas”…

¡Válgame Dios! el resultado fue desastroso, la más nunca fermento, creo que estaba muy cargado de azúcar, pues aunque sea para la casa, dije, y que lo meto al horno. ¿Usted conoce los adobes? Bueno, pues con decirle que tuvimos que jalar aquella enorme plasta con dos horquillas, era una vil piedra, parece que todo el egoísmo de mis compañeros se hubiera compactado ahí…
Vino un segundo intento, para entonces ya lo hice según me dicto mi entendimiento y en un kilo de harina le eche 25 huevos, 100 gramos de azúcar, 200 gramos de levadura, manteca de cerdo, canela molida, anís, y francamente ahorita no recuerdo quien me dijo que le pusiera mezcal y pues, en vez de agua, le puse casi un litro de mezcal.

Después de pegar la más me fui a la Iglesia a pedirle a San Valentín que pusiera su sagradísima mano sobre mi amasijo y que me hiciera un milagrito.  Creo que me tarde  como dos horas rezándole y hasta le dije una lección del método onomatopéyico del “panadero hacían pan, pan dulce, pan de sal, rosquita para los niños que lo veían hacer pan…”
Cuando regrese mi masa estaba completamente pasada de punto y que le digo: San Valentín, ilumíname. Entonces lo que hice fue agregarle otro poco de harina, otro poquito de azúcar y empecé amasa y amasa. A esa hora luego entable y me acosté a dormir, rezándole siempre a San Valentincito.

Con la tentación ni me agarraba el sueño. Como a las tres horas me levante y fui a ver a mi masita, Y la sorpresota, otra vez había pasado de punto. Desesperado que la meto al horno. Por Dios que no sabía qué hacer cuando vi que mi masa mejor se aplasto, como embarrada quedaba en la pala, salió simple, simple.
Esto fue un rompedero de cabeza. Me preguntaba ¿Cómo es posible que sin una masa me dura cuatro días y no fermentaba ahora en 5 horas se echa a perder…?

Pero yo ya estaba encaprichado: “me tiene que salir, me tiene que salir o no me llamo Gerardo Morales”, me dije y que empiezo de nuevo.
Y así, con la bendición de San Valentín, hice una cruz con harinita en el amasijo, un poquito  de agua bendita y prendí una veladora también.

Que me ocupo las manos y que me limpio el sudor de mi frente y que empiezo: haber, haber, un kilo de harina, 200 gramos de azúcar, sus 25 yemas de huevo recién saliditos de la gallina, 250 gramos de levadura, canelita, anís y el típico colorante amarillo. Si esto no se cuece por fuera que me cueza por dentro y que le pongo dos copas de mezcal, del mero legitimo.
Así, deje reposar la masa  unas dos horas, luego la entablamos y exactamente a las seis horas la metimos al horno, con baja temperatura, por si las dudas… cuando va saliendo el pan ahora si era un encanto…¡tal como yo lo quería! ¡Al fin habíamos dado con la receta!.

Esta masa la deje en el horno aproximadamente cuarenta minutos. Se había calentado una carga de leña de encino…todavía no teníamos calentador de petróleo como ahora. No, si los tiempos han cambiado.
Ya con calma anote todo en un papel y se lo comunique a mis hermanos y les dije: al poder hacer un kilo tengan la seguridad de que vamos a poder trabajar los quilos que queramos, hasta un bulto de harina, la cuestión nomas es multiplicar por los quilos que se vayan a hacer, je, je, je.

En lo que si no se puede multiplicar de todo es en levadura ya que no es igual trabajar un poco de diez kilos para una sola horneada que trabajar con cuarenta y cuatro kilos que serian hasta tres horneadas, puesto que las primeras dos horneadas si saldrían bien, pero ya para una tercera se bajaría la masa.
Si se va hacer bastante pan del mismo debe calcular el tanto de levadura… así perdimos el miedo y empezamos atrabajar.

Lo fuimos practicando poco a poco. Empezamos como en febrero… cuando llego la fiesta de muertos, risa nos daba hacer los bultos que fuera.
La mera verdad me enoje tanto con San Valentín que ya ni me acordaba de él; hombre de poca fe, je, je, je.

Me acuerdo que de un kilo, según lo pese, me salieron 6 piezas. En un principio eran de buen tamaño, como de 350 gramos cada “masa”, porque ya horneado pierde peso; el pan tiene que salir livianito, ese es el chiste.
Sinceramente ese pan no se conocía en Mitla. Nosotros los Morales fuimos los primeros en hacerlo, y el que diga que miento que me lo reclame.

Ese pan era una maravilla. Todos en la casa estábamos bien ilusionado, y el domingo la casa amaneció oliendo a pan “reventado”.
Parece que veo como salían, como pedazos de oro de una mina; como se movían el fuego de aquella leña que nomas tronaba.

Mi mujer, bien apresurada, saco del baúl su mejor mantel, bien bordado y almidonadito, y lo puso sobre una canasta, de las anchas. Pobre de mi vieja, con que cuidadito fue colocando aquellas seis piezas, como si estuviera acostando  a sus nenitos… y así se fue por todo el camino con sus pies de fuera. No, no teníamos para  huaraches todavía.
El mercado que se llamaba “Lázaro Cárdenas”, de veras se vistió de lujo ese domingo. En un ratito se llevaron las seis piezas, en ese entonces las dimos a tres pesos, pero eran de lujo.

A la gente le encanto mi pancito y a la tercera repuse lo perdido.

sábado, 17 de septiembre de 2011

C. Fausto Juárez Méndez (1925- ? )

Oficio: Carpintero

El C. Fausto nació en Mitla el 29 de julio de 1925, hijo de Melquíades Juárez García y de Petrona Méndez Luis, sus hermanos: Teresa, María Concepción, Porfirio  y Florentino.
           Recuerda con nostalgia a sus abuelos paternos Aristeo Juárez y Juana García y los maternos Zacarías Méndez y Remigia Méndez, todos nativos de esta población de Mitla, nos cuenta de un pueblo que ha visto cambiar así como anécdotas y de historias que vivió y le contaron sus ancestros próximo a cumplir 86 años nos recibe en su casa en las calles de Zaragoza, en donde su hijo Armando continua con el trabajo de la carpintería.
Nos cuenta de su vida llena de sufrimiento y de logros, huérfano a la edad de 13 años, trabajo en la carpintería, también fue trabajador en un palenque de mezcal y al cumplir los 20 años se va a los estados unidos de bracero en 1945, también fue mecánico de diesel estacionario a las ordenes de Felipe Castellanos de “Montaje de Oaxaca”, pero lo que él considera su oficio es la carpintería que conoció desde 1938.
Al preguntarle cuantas veces se caso responde con una  carcajada que él es soltero vivió en amasiato primero con María Olivera Martínez hija de Rosalino Olivera nativo de Mitla y de Refugio Martínez de San Lorenzo Albarradas con quien procreo a Carolina y Florenta a la que él llama cariñosamente “mi florecita”, después vivió con Liogarda Cervantes Zaragoza nativa de Pusmatecan en la región mixe con la cual procreo a su hijo Armando.
Sirvió al pueblo en los cargos que le asignaron desde tequitlatos: el que se encargaba de la colecta del dinero y huevos para la conmemoración de la Semana Santa, también fue diputado que era el que tenía que ponerle durante un año dos velas a los santos, fue auxiliar, topil, comandante segundo, suplente en la iglesia y posteriormente en el año de 1976 encargado de la misma.
También participo en los primeros movimientos políticos de la izquierda hace 22 años conoció en su casa a Heberto Castillo y fue en este mismo lugar donde nació el PSUM en Mitla y posteriormente el PRD. Siendo presidente del comisariado ejidal y comunal el c. Fortino Martínez Santiago pacta un compromiso por  diez mil pesos por los terrenos de su casa y pasar del régimen comunal al de propiedad privada apoyado por el entonces Presidente Municipal Joel Ruiz Goopar y el Sindico Municipal Juan García  dinero que fue usado para  la construcción de la primera planta del edificio municipal. La muerte del c. Fortino Martínez impidió el cumplimiento del acuerdo creando enconos y rencores naciendo así la idea de la separación del ejido y de bienes comunal es apoyados por: Félix Olivera, Adalberto García, Ángel Jerónimo, Mauro Quero, Virgilio García, Jesús y Javier Bailón, Rufino Aguilar e Isaac García Juárez.
Dejamos al C. Fausto Juárez con sus añoranzas y recuerdos agradeciéndoles la confianza de compartir con nosotros esta semblanza de su vida.

martes, 13 de septiembre de 2011

EL MAIZ

Se  cobijaron junto al abrigo de las cuevas y fueron haciéndose fuerte al paso de los siglos y aquello que solo era una simple espiga que producía unos pocos granos se fue robusteciendo, le crecieron hojas que la protegían que es el totomoxtle y esto mismo evitaba que los pájaros se lo comieran, pero al mismo tiempo no permitía que el grano se regara para reproducirse solo y se hizo más profunda su interdependencia. Así que el maíz no vive sin el hombre y el hombre no vive sin el maíz.

El hombre salió de las cuevas para formar pueblos y aldeas se disperso en razas y lenguajes el maíz también se multiplicó en razas, en colores, en utilidad siempre juntos, el hombre construyó imperios, reinos, señoríos, el maíz fue elevándose con él y se convirtió en dios, se le sacó del campo donde vivía, se le puso en los templos donde lo adoraban, el hombre se industrializado se tecnifico y el maíz a su lado, dejó las caricias de las manos morena de la mujer que lo amasaba le daba forma con amor y lo tendía en un comal de barro para ponerlo a correr en una banda sin fin que lo transporta para que lo embalsen y lo vendan en grandes cantidades ya sea como tortilla, como harina, como hojuelas o como biocombustibles. Atrás quedaron los rituales, los nombres que se susurraban con reverencia al pronunciar los noni en mixteco, nuhna en triqui, ungcum en chatino, mok en mixe, tonacayotl en náhuatl, yoob en zapoteco y maíz en lengua taina de las Antillas. Los mexicas tenían nombres para las diferentes etapas de la maduración de las mazorca xilotl cuando esta tierna y lechosa, eloth cuando está fresca y los granos ya se formaron, centli cuando está seca y tlaolli cuando la mazorca está seca y por eso tenían una oración que dice: “escucha el maíz nuestro sustento, es para nosotros merecimiento completo ¿quién fue el que dijo, el que nombre el maíz, carne nuestra, hueso nuestros? Porque es nuestro sustento, nuestra vida, nuestro ser, es andar, moverse, alegrarse, regocijarse, porque en verdad tiene nuestra vida , nuestro sustento muy de veras se dice que él es el que manda, gobierna, hace conquistas….tan solo por nuestros sustentos, el maíz, subsiste la tierra , vive el mundo, el maíz es lo que en verdad es valioso de nuestro ser.” (Tomado del códice Florentino)

Hoy cuando peleamos la tierra y no sembramos el maíz nosotros estamos triste porque somos uno solo.

martes, 23 de agosto de 2011

POR LAS CALLES DE MITLA

Capitulo dos

La abuela salió del corral donde comían los pollos y los guajolotes el maíz quebrajado y sobre el pedazo de un viejo comal la sopa de tortilla remojada y revuelta con quintonil cocido.
             Limpiándose las manos con el delantal gritó:
-  José, José ¿dónde estás chamaco? Apúrate ve a traer el agua
-  Ya voy abuela, me estoy cambiando la ropa de la escuela
José tomó un pedazo de quiote seco que estaba recargado en la pared, puso en cada extremo el mecate que sostenía sus latas para el agua y salió para el centro de la población con sus latas al hombro, sus pies descalzos se enterraban en el polvo de la calle y caminando de prisa para no quemarse con la tierra caliente paso frente a la tienda de don Bernabé Quero y pensó que tenia pedirle dinero a su mamá para comprarse un cuaderno de 10 centavos y un lápiz de 5 centavos, Don Bernabé vendía además tiros y cartuchos para las armas.
 
José se paso al otro lado de la calle a la sombra del corredor del museo, sus pies se refrescaron al tocar el empedrado, sentado en el pretil cerca de la puerta estaba míster Leith ajustándose la boina y recargado en su bastón, José lo saludó ya que de no hacerlo él preguntaba
 -          ¿De quién es ese burro?
Al pasar frente al portón oyó los ladridos roncos de un perro, se apuro a pasar pues  le tenía mucho medio a este animal, al que llamaban “el perro de Darío” ya que Darío Toro Quero era su dueño, se cruzó con dos señoras que traían sus chiquigüites con artesanías mismas que vendían a los turistas que visitaban el museo Frisell de arte zapoteco o se hospedaban en la “Posada la Sorpresa” en este mismo lugar, pasó bajo la buganvilia que floreaba al final del corredor, se apresuró a llegar junto a las casetas la primera estaba cerrada, de la segunda se escapaba un olor a antojitos recién preparados por Doña Chica. Alcanzó a ver a un señor que tomaba agua de limón con nieve y junto a él un niño sentado en la banca saboreando un barquillo de nieve de leche quemada y tuna, que le servía una de las hijas de Don Evaristo en la tercera caseta, mas  adelante estaba la entrada del mercado en el cual a estas horas había poca gente. Llegó a la cancha de basquetbol, se acerco a la pila donde salía a borbotones el agua blanca de la boca de una rana, en la otra surtían de agua potable, así se le llamaba al agua clara. Llenó sus botes con agua blanca, de esa que sirve para hacer chocolate con mucha espuma, dio una vuelta al kiosco, tomo sus botes y paso frente al teatro al aire libre bajo el gran macahuite, donde en ese momento dos señoras platicaban cubriéndose la cabeza con sus rebozos, al llegar a su casa en la sombra del corredor techado con tejas, destapó la olla panzona que apoyada en una cama de arena conservaba el agua fresca, la llenó, volvió a taparla, luego gritó:
-          ¡Voy a traer otro viaje de agua!
              Y salió nuevamente, ya que esperar que el agua llegara a su casa entubada era un sueño y solo los ricos podían tenerla como Fausto Quero, Rafael Toro, Cenobio Moreno, Bernabé Quero y Clara López contaban en ese tiempo con ese servicio.

jueves, 18 de agosto de 2011

FÉLIX OLIVERA GRIJALVA, OFICIO: ARTESANO. (1925- ?)

Entramos a la tienda de artesanías del Sr. Félix Olivera, en la calle de Morelos, en la población de Mitla, lo saludamos y le pedimos nos platique algo de su vida, de buena gana acepta y nos dice:
-          Aquí la que empezó las artesanías fue mi mamacita, se llamaba Feliciana Grijalva López, ella nació en 1909 y era hija de Anacleto Grijalva y de Anastasia López, ella cardaba e hilaba la lana así como pintaba los ceñidores y rebozos que hacía en el telar de cintura, mi papá fue Justo Olivera Martínez, él era hijo de Tomás Olivera y Francisca Martínez. Nosotros fuimos 8 hermanos; Félix, Andrés, Trinidad, Delfina, Antonio, Joel, Álvaro y Rosalío.

-          Yo nací el 20 de Abril de 1925 a las 14 horas y la partera fue la señora Petrona Quero. Recuerdo que cuando tenía 8 años me mandaron a dejar unos chivos para que mis tíos los llevaran al campo, pero cuando llegue a las orillas del pueblo ya se habían ido, y me los traía de regreso, pero al pasar frente a la casa de Sr. Pedro Guii salieron sus perros, que eran muchos, me mordieron por todos lados me rompieron mi pantalón y mi camisa llorando me lleve los chivos rumbo al rio y en ese lugar que llamaban “la Playa” los puse a pastar y a pesar del dolor que yo sentía era más fuerte enfrentar el enojo de mis papás, pero hubo una persona que vio todo lo que paso’ y fue a avisarles, vinieron por mi y al ver el mal estado en que me encontraba decidieron llevarme a la casa del Sr. Félix Quero, la que llamaban Tiend Roo, ahí me curo la Sra. Angélica esposa de Rafael Toro, después acompañaron a mis papás al Municipio para llamar al Sr. Pedro para que pagara mi ropa y las curaciones.

-          Todos los topiles fueron a matar a todos los perros mientras a mi me cuidaban María y Lidia Quero, esta última a la muerte de su hermana vivió con su cuñado Rafael, pero con ninguna tuvo hijos, yo por mi parte al crecer un poco más me fui de vaquero, con el Sr. Esteban López,  que me pagaba 5 pesos al mes, dinero que no alcanzaba ni para una muda de ropa.

-          Más tarde me metí a trabajar con las constructoras “México”, “La Mexicana” y “El Águila”, construimos carreteras hasta 5 Cerros en Chiapas, estuve también en el corte de caña en Veracruz, en el ingenio “Juan Díaz Covarrubias” en Acayucan.

-          Posteriormente me fui a los Estados Unidos, a Texas, de 1950 a 1952, después de que regresé en 1954 me casé con Rosa bautista Cruz, hija de Panuncio Bautista y Emilia Cruz, recuerdo que en mi boda toco la Orquesta “Peor es nada”, al comenzar a nacer mis hijos me dedique a la artesanía, solo salí una vez más en 1958, fuimos por el rumbo de Tlaxiaco, nos llevo el Sr, Pedro Avendaño y el encargado de la Obra era un ingeniero de apellido Rojo, fuimos varios paisanos como Cornelio Martínez Luis, su hijo Abelardo “El Pariente”,  los hermanos Pedro y Constantino Sosa Gutiérrez, sufrimos mucho pues a veces tardaban mucho tiempo para pagarnos, y no teníamos para comer allá en la sierra, después de esa fecha solo me dedico a las artesanías y a mis hijos que son: Israel, Filiberto, Rodolfo, Margarita, Abelardo, Rolando, Arturo, Roberto, Félix, Luisa Yolanda e Isaac.

Dejamos al Sr. Félix acomodando su mercancía para la venta, con la promesa de volver para platicar con él de otros temas.

sábado, 28 de mayo de 2011

POR LAS CALLES DE MITLA.

CAPITULO UNO

-¡María, María, apúrate! ve a comprar azúcar a la tienda.
La niña salió corriendo de la casa principal, la de Los Santos, hechas de adobe con techo de tejas, dejo a un lado la escoba con la que estaba barriendo y se dirigió a la cocina, ésta con paredes de carrizo y torteadas con barro, en donde su madre hincada sobre un pequeño petate molía el nixtamal para la masa sobre un desgastado metate, el olor a tortillas recién hechas se le metió por las narices y le despertó el hambre, se acerco al comal en donde las tortillas se inflaban, tomó una, guardó  las demás en el tenate y haciendo una cuchara con un pedazo de la tortilla se sirvió de la chirmolera un poco de salsa de cuatomate con chile diablito, le puso encima un poco de sal y enrollo su tortilla como un taco y se lo comió.
-¡Apúrate! – le urgió su madre, dándole unas monedas – compras azúcar y te llevas tu chiquigüite para traer pan amarillo, pero antes de que salgas atiza la olla de frijoles.
Se acercó a las tres piedras que hacían de bracero, sobre la que descansaba una olla panzona, empujo los leños que crepitaron al encenderse, salió al patio y bajo el guajal de rojas vainas, asustó a los guajolotes que la perseguían y piaban por comida mientras un guajolote macho se esponjaba.
La voz de su madre le recordó
-No olvides ponerte tus huaraches, no salgas a la calle descalza.
Se calzo, tomo su rebozo y su canasto, salió a la calle de tierra, cerró la puerta de la calle hecha de carrizos y caminó pegada a las cercas, unas de órganos, otras de carrizo y unas mas de rompecapa, solo cerca del centro del pueblo las paredes eran de adobes. Encontró a Doña Teresa y la saludó.
-La mano, madrina – se inclinó y le besó la mano, ella le acaricio la cabeza luego metió la mano en una bolsa de su mandil y saco una moneda que le dio.
- Para que te compres un dulce – le sugirió
- Gracias –dijo y siguió caminando
Vio a Doña Cholita saludando a Don Cosme
-Chan – les oyó decir mientras se inclinaban para el saludo.
Entro a la tienda “La Favorita” la de Don Cenobio Moreno, Doña Manuela estaba tras el mostrador la ayudaban sus hijas Lala y Angélica, pidió el azúcar, mientras le despachaban veía los dulces en los botes de vidrio apilados en el mostrador, pidió unos “toficos” y unas trompadas.
Atravesó la calle y entro al mercado, compró el pan que depositó en el canasto y la tapó con una servilleta de tela. De regreso se topó con un grupo de niños que jugaban descalzos en la tierra
-¿Juegas? –le preguntaron
- No puedo, fui al mandado – les contestó
Un perro salió ladrando de una casa, tomo una piedra y se la tiró, el perro se metió corriendo, en la siguiente calle vio la carreta de su papá que jalada por la yunta de toros regresaba de las labores del campo, corrió hasta alcanzarlos, tomándose de la red, la barcina, subió y junto regresaron a su casa. Mientras abría la puerta de la calle para que entrara la carreta ella gritaba
-¡Mama, mama! ¡Ya regrese!

lunes, 16 de mayo de 2011

ANSELMO GARCÍA RUIZ (1921 – 1988)

Ocupación: Profesor
La gente se amontonaba alrededor de la cancha de basquetbol recién regada, los equipos se enzarzaban en un duelo deportivo y se encestaba tanto en un tablero como en el otro, los espectadores ni siquiera parpadeaban, el narrador se desgañitaba describiendo las jugadas en forma apasionada, haciendo gala de su lenguaje culto y de su conocimiento del reglamento. Su pasión por el deporte ráfaga lo llevaba a quedarse sin voz en cada torneo, pegado a un pesado micrófono de metal conectado a un tocadiscos marca Radson del cual salían los cables para las bocinas llamadas “trompetas”. Sus comentarios y puntos de vistas no se discutían ni por los árbitros, equipos o espectadores, sus dichos se quedaron como modelo para los futuros narradores, cuando el encuentro se encontraba muy cerrado decía “esto se pone color de hormiga”, y cuando el encuentro se encontraba empatado “no hay nada para nadie”. La narración era una de sus pasiones retando al decir “a ver de qué cuero sale más correas”.
Concurso sobre la ONU en 1965
Hijo de Gregorio García Melchor y de Ignacia Ruiz vio la luz en Mitla el 2 de Abril de 1921, siendo sus hermanos Samuel y Abelardo, estudió en San Antonio de la Cal en el internado “Nuevo México”. Fue asignado a varios lugares como Tlaxiaco, Lachicocana, Santa María Albarradas en donde conoce a Luciana Martínez García con quien procrea una prole de 13 hijos, Froylán, Georgina, Humberto, Hugo, Lucila, Estela, Socorro, René, Octavio, Reyna, Ignacia, Yolanda y un bebe muerto al nacer.
Yo fui su alumno en la Escuela Primaria Semiurbana Federal “Benito Juárez” que se encontraba en el centro de la población. En 1965 siendo presidente el C. Félix Luis y el síndico el C. Emiliano Saavedra se termina de construir el nuevo edificio de la escuela sobre la actual calle de Zempoaltepetl antes camino a los mixes. En forma conjunta pupilos y mentores cargamos los tabiques para su edificación, algunos de los maestros que estuvieron en ese tiempo son Daniel Muñozpolo, Félix Cruz Campos y su esposa Francisca, el profesor Carrizales y su esposa la maestra Blanca el Maestro Nazario, Juan Ceballos, los hermanos Vicente y Lorenzo Toledo, Carmen Medina, Carmen García, Carlos Jiménez y Alfonso Ramírez, pido perdón por los que haya omitido pero la memoria es flaca.
Desfile del 16 de Sep. de 1967
Ya en el salón el maestro se paseaba por las filas de mesa-bancos explicando el tema de las clases con el borrador del pizarrón en la mano y pobre del que se distrajera porque volando con singular puntería el borrador le caía en la cabeza, así aprendimos que "las letras con sangre entra", otro castigo era un jalón de orejas o de patillas, y lo que mas nos aterrorizaba era una regla de madera que en uno de sus lados tenia escrito “Dios Habla” con la cual "aprendíamos o aprendíamos" ya que nuestros padres decían: "Maestro  ahí les dejo el cuero para que usted le ponga el cerebro y si no sirve que se ponga a cuidar chivos"
Nuestro reconocimiento a quienes se afanaron para convertirnos en gente de bien y cuyo orgullos no era lo que le pagaban sino el producto final: sus alumnos, y así como estaba escrito en la regla, la vida misma nos ha demostrado que para todos “Dios Habló” y quede un recuerdo inolvidable de  un verdadero maestro.
Agradecimiento a los hermanos Hugo y Humberto García Martínez por los datos y fotografías.