martes, 23 de agosto de 2011

POR LAS CALLES DE MITLA

Capitulo dos

La abuela salió del corral donde comían los pollos y los guajolotes el maíz quebrajado y sobre el pedazo de un viejo comal la sopa de tortilla remojada y revuelta con quintonil cocido.
             Limpiándose las manos con el delantal gritó:
-  José, José ¿dónde estás chamaco? Apúrate ve a traer el agua
-  Ya voy abuela, me estoy cambiando la ropa de la escuela
José tomó un pedazo de quiote seco que estaba recargado en la pared, puso en cada extremo el mecate que sostenía sus latas para el agua y salió para el centro de la población con sus latas al hombro, sus pies descalzos se enterraban en el polvo de la calle y caminando de prisa para no quemarse con la tierra caliente paso frente a la tienda de don Bernabé Quero y pensó que tenia pedirle dinero a su mamá para comprarse un cuaderno de 10 centavos y un lápiz de 5 centavos, Don Bernabé vendía además tiros y cartuchos para las armas.
 
José se paso al otro lado de la calle a la sombra del corredor del museo, sus pies se refrescaron al tocar el empedrado, sentado en el pretil cerca de la puerta estaba míster Leith ajustándose la boina y recargado en su bastón, José lo saludó ya que de no hacerlo él preguntaba
 -          ¿De quién es ese burro?
Al pasar frente al portón oyó los ladridos roncos de un perro, se apuro a pasar pues  le tenía mucho medio a este animal, al que llamaban “el perro de Darío” ya que Darío Toro Quero era su dueño, se cruzó con dos señoras que traían sus chiquigüites con artesanías mismas que vendían a los turistas que visitaban el museo Frisell de arte zapoteco o se hospedaban en la “Posada la Sorpresa” en este mismo lugar, pasó bajo la buganvilia que floreaba al final del corredor, se apresuró a llegar junto a las casetas la primera estaba cerrada, de la segunda se escapaba un olor a antojitos recién preparados por Doña Chica. Alcanzó a ver a un señor que tomaba agua de limón con nieve y junto a él un niño sentado en la banca saboreando un barquillo de nieve de leche quemada y tuna, que le servía una de las hijas de Don Evaristo en la tercera caseta, mas  adelante estaba la entrada del mercado en el cual a estas horas había poca gente. Llegó a la cancha de basquetbol, se acerco a la pila donde salía a borbotones el agua blanca de la boca de una rana, en la otra surtían de agua potable, así se le llamaba al agua clara. Llenó sus botes con agua blanca, de esa que sirve para hacer chocolate con mucha espuma, dio una vuelta al kiosco, tomo sus botes y paso frente al teatro al aire libre bajo el gran macahuite, donde en ese momento dos señoras platicaban cubriéndose la cabeza con sus rebozos, al llegar a su casa en la sombra del corredor techado con tejas, destapó la olla panzona que apoyada en una cama de arena conservaba el agua fresca, la llenó, volvió a taparla, luego gritó:
-          ¡Voy a traer otro viaje de agua!
              Y salió nuevamente, ya que esperar que el agua llegara a su casa entubada era un sueño y solo los ricos podían tenerla como Fausto Quero, Rafael Toro, Cenobio Moreno, Bernabé Quero y Clara López contaban en ese tiempo con ese servicio.

jueves, 18 de agosto de 2011

FÉLIX OLIVERA GRIJALVA, OFICIO: ARTESANO. (1925- ?)

Entramos a la tienda de artesanías del Sr. Félix Olivera, en la calle de Morelos, en la población de Mitla, lo saludamos y le pedimos nos platique algo de su vida, de buena gana acepta y nos dice:
-          Aquí la que empezó las artesanías fue mi mamacita, se llamaba Feliciana Grijalva López, ella nació en 1909 y era hija de Anacleto Grijalva y de Anastasia López, ella cardaba e hilaba la lana así como pintaba los ceñidores y rebozos que hacía en el telar de cintura, mi papá fue Justo Olivera Martínez, él era hijo de Tomás Olivera y Francisca Martínez. Nosotros fuimos 8 hermanos; Félix, Andrés, Trinidad, Delfina, Antonio, Joel, Álvaro y Rosalío.

-          Yo nací el 20 de Abril de 1925 a las 14 horas y la partera fue la señora Petrona Quero. Recuerdo que cuando tenía 8 años me mandaron a dejar unos chivos para que mis tíos los llevaran al campo, pero cuando llegue a las orillas del pueblo ya se habían ido, y me los traía de regreso, pero al pasar frente a la casa de Sr. Pedro Guii salieron sus perros, que eran muchos, me mordieron por todos lados me rompieron mi pantalón y mi camisa llorando me lleve los chivos rumbo al rio y en ese lugar que llamaban “la Playa” los puse a pastar y a pesar del dolor que yo sentía era más fuerte enfrentar el enojo de mis papás, pero hubo una persona que vio todo lo que paso’ y fue a avisarles, vinieron por mi y al ver el mal estado en que me encontraba decidieron llevarme a la casa del Sr. Félix Quero, la que llamaban Tiend Roo, ahí me curo la Sra. Angélica esposa de Rafael Toro, después acompañaron a mis papás al Municipio para llamar al Sr. Pedro para que pagara mi ropa y las curaciones.

-          Todos los topiles fueron a matar a todos los perros mientras a mi me cuidaban María y Lidia Quero, esta última a la muerte de su hermana vivió con su cuñado Rafael, pero con ninguna tuvo hijos, yo por mi parte al crecer un poco más me fui de vaquero, con el Sr. Esteban López,  que me pagaba 5 pesos al mes, dinero que no alcanzaba ni para una muda de ropa.

-          Más tarde me metí a trabajar con las constructoras “México”, “La Mexicana” y “El Águila”, construimos carreteras hasta 5 Cerros en Chiapas, estuve también en el corte de caña en Veracruz, en el ingenio “Juan Díaz Covarrubias” en Acayucan.

-          Posteriormente me fui a los Estados Unidos, a Texas, de 1950 a 1952, después de que regresé en 1954 me casé con Rosa bautista Cruz, hija de Panuncio Bautista y Emilia Cruz, recuerdo que en mi boda toco la Orquesta “Peor es nada”, al comenzar a nacer mis hijos me dedique a la artesanía, solo salí una vez más en 1958, fuimos por el rumbo de Tlaxiaco, nos llevo el Sr, Pedro Avendaño y el encargado de la Obra era un ingeniero de apellido Rojo, fuimos varios paisanos como Cornelio Martínez Luis, su hijo Abelardo “El Pariente”,  los hermanos Pedro y Constantino Sosa Gutiérrez, sufrimos mucho pues a veces tardaban mucho tiempo para pagarnos, y no teníamos para comer allá en la sierra, después de esa fecha solo me dedico a las artesanías y a mis hijos que son: Israel, Filiberto, Rodolfo, Margarita, Abelardo, Rolando, Arturo, Roberto, Félix, Luisa Yolanda e Isaac.

Dejamos al Sr. Félix acomodando su mercancía para la venta, con la promesa de volver para platicar con él de otros temas.